Crónica del caos: ¿Perderá Miami el mundial 2026?
18 jul 2024
Por Jaime Ayala
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Si lees este artículo podrás responder las siguientes preguntas:
¿Cuánto dinero dejaría de ganar Miami si pierde la sede?
¿Cuáles fueron los principales errores de las autoridades a cargo?
¿Cual fue la reacción y respuesta de la CONMEBOL?
Ahora si…
Muy nerviosos deben estar hoteleros, restauranteros y demás prestadores de servicios de Miami tras lo sucedido el fin de semana pasado en el Hard Rock Stadium durante la final de la Copa América. Lisa Lutoff-Perlo, directora de la sede Miami para el Mundial 2026, y Daniella Levine, alcaldesa de Miami-Dade han prometido una derrama económica de hasta$1,500 millones de dólares (el triple de lo generado por el Super Bowl 2020) a ciudadanos molestos por el alto gasto gubernamental dedicado al evento.
Hoy, esa es una promesa que no saben si podrán sostener.
La fiesta del futbol latino se vio opacada por la tragedia. Lo que pintaba para ser un ambiente cálido, alegre, familiar y festivo, terminó en una crisis que puede traer repercusiones severas. Desafortunadamente, lo del Hard Rock Stadium no fue el primer o único suceso que manchó la Copa América 2024 en Estados Unidos. Marcelo Bielsa y Jesse Marsch, técnicos de Uruguay y Canadá respectivamente, se fueron con todo contra la confederación organizadora denunciando actos de racismo, malos tratos, campos en pésimo estado, trifulcas en las gradas, incumplimiento horarios y acuerdos, y otras situaciones lamentables.
El estadio de los Miami Dolphins, uno de los más representativos del país por albergar la F1 y el Miami Open, sufrió afectaciones graves cuyo costo de reparación supera los cientos de miles de dólares. A un par de semanas de que inicie la pretemporada de la NFL, el club 72 (un exclusivo espacio que cuenta con opciones lujosas de alimentos y bebidas) se quedó prácticamente sin escaleras eléctricas gracias a los destrozos de los aficionados que quisieron entrar a la fuerza.
Y un evento barato no era.
El costo promedio de los boletos para la final rondaba los $2 mil dólares. A esto habría que sumar vuelos, hospedaje, y alimentos (una familia argentina pagó 5 mil dólares por persona para ver el partido). Con las cifras oficiales pendientes por publicar, las imágenes de las gradas evidenciaban la clara afluencia por parte de gente sin boleto en el recinto en contraste con quienes sí tenían entrada, pero no logró entrar.
La crisis escaló hasta las autoridades locales, que no contaban con los mares de aficionados que había que detener y que la demora que sufrieron los refuerzos agravó la situación.
Para estas instancias las vidas de las personas que ya estaban en sus lugares corrían peligro, si no había filtros de seguridad, ¿qué impedía infiltrar un arma de fuego? ¿cómo asegurar el bienestar de las personas con discapacidad que se encontraban en el estadio? Dicho sea de paso, una cantidad importante de personas sin boleto eligió los espacios destinados para sillas de ruedas como su “lugar” para ver el partido. La crisis pudo haber sido mucho peor.
¿Cuál fue la solución?
Aplazar el silbatazo inicial, frenar por completo la venta de alcohol (un ingreso sustancial, en el estadio Hard Rock las cervezas cuestan en promedio $12-$15 dólares), cerrar las puertas y pedir refuerzos.
La ISO:22361-2022 está dedicada al manejo de crisis. Todo el documento tiene como eje rector a la persona, su bienestar y el que todas las acciones de mitigación se centren en el cuidado de las personas. Los encargados en el manejo de la crisis del Hard Rock, Conmebol, Concacaf, FIFA y los mismos operadores del estadio; optaron por minimizar la situación (error gravísimo) y por cuidar las arcas. Una situación de esta magnitud debió terminar con la suspensión del partido hasta no poder asegurar el bienestar de la gente dentro del estadio, asistentes y protagonistas.
En una crisis, el tiempo es crucial.
El primer comunicado del estadio se publicó mucho tiempo después y no reconoció lo que estaba pasando. Para esto, Alejandro Domínguez, titular de Conmebol, se veía muy tranquilo en el palco.
Algunas televisoras optaron por no cubrir el vandalismo en las inmediaciones del estadio y en cambio, celebraban la “fiesta” que era la ciudad.
El domingo en la noche se emitió un segundo comunicado por parte del estadio donde reconocían la situación, enlistaban de manera ambigua las acciones que estaban tomando para mitigar los daños, y la cooperación con otras instancias para tratar de que algo así no se presente. Horas después, la Conmebol publicó un comunicado en donde felicita a los equipos por la gran final disputada, pero no rechaza lo sucedido afuera del estadio, no menciona las sanciones para ambas federaciones (por los equipos involucrados), y encima, culpa de lleno a la organización del Hard Rock Stadium.
A la fecha no hay señales de Alejandro Domínguez, Gianni Infantino, Stephen Ross (dueño de los Miami Dolphins, quien, dicho sea de paso, optó por dejar sus otros negocios para dedicarse por completo al deporte) ni de alguna autoridad de peso que profundice en lo sucedido.
A puertas cerradas es que se están evaluando los siguientes pasos.
Más allá del golpe reputacional, las repercusiones van a ir más allá de la cobertura negativa, que hoy por hoy, es del 100% de las notas que hablan del tema. Como bien lo dicta el Reputation Institute, el 75% del valor bursátil de una marca recae en su reputación, o sea, en qué piensan las audiencias de esa marca. Si bien lo anterior pareciera no aplicar para FIFA, que a pesar de sus diversos escándalos parece mantenerse intacta, sí puede afectar a la organización del Hard Rock Stadium y a quienes estuvieron involucrados en la producción de esta final.
La opinión de Playbook
La crisis de la Copa América difícilmente se pudo haber evitado, pero sí pudo ser prevenida.
La clave en el manejo de crisis recae en la preparación constante, en tener una cultura de resiliencia que permita atajar situaciones complejas y se puedan sortear con éxito, además de una mentalidad que siempre contemple el peor escenario posible.
A dos años del mundial tripartita, se antoja complicado que Estados Unidos resulte el protagonista a pesar de sus estadios de alta gama.